En la actualidad, el comercio agrícola sigue situándose como uno de los más grandes por delante de otros sectores como el de los automóviles, los productos químicos y los textiles; además, continúa formando una parte importante de la actividad económica en muchos países a nivel mundial, sobre todo en Latinoamérica y el Caribe. Es así que se estima que la exportación e importación de este tipo de mercancías ha logrado duplicarse desde 1995 y ha alcanzando un aproximado de 1,5 billones de dólares en 2019, con un considerable aumento en las exportaciones por parte de los países emergentes y en desarrollo. No obstante, esta tendencia cambió drásticamente a raíz de la pandemia por COVID-19 que afectó a nivel mundial desde el año 2020.
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Los impactos de la pandemia en el comercio agrícola
Como se ha mencionado, el incremento en la demanda de alimentos a nivel mundial ha provocado que exista un crecimiento constante en términos de volumen y valor del comercio agrícola. Además, los países en desarrollo han logrado adaptar su política agrícola a los cambios asociados a esta expansión, por lo que han logrado destacar en la venta de este tipo de productos y su economía ha incrementado gracias a estas exportaciones.
Sin embargo, a raíz de la pandemia por COVID-19 que comenzó en 2020, este comercio comenzó a experimentar diversos impactos y desafíos que desencadenaron una crisis alimentaria, cuyos estragos aún son visibles en la actualidad. En primer lugar, las restricciones a los viajes, las medidas de distanciamiento social y los cierres de fronteras impuestos para contener la propagación del virus afectaron a la cadena de suministro agrícola, que ocasionó interrupciones en el transporte, logística y distribución de productos agrícolas, lo que a su vez generó retrasos, escasez y aumento de los costos.
Como consecuencia de esta demora, también existió una importante pérdida monetaria en este sector debido a que estas mercancías son perecederas, por lo que es importante recordar lo fundamental que resulta contar el Seguro de Carga con la cobertura refrigerada que ofrece SafeLink Marine, el cual brinda protección antes las diversas afectaciones que pueden ocurrir durante el trayecto.
Asimismo, existió un aumento en la demanda de alimentos básicos, ya que los consumidores optaban por almacenar sus alimentos ante la incertidumbre de las consecuencias que podría desencadenar la pandemia en este tipo de productos. Esto llevó a un aumento en el comercio de productos como arroz, trigo, maíz, legumbres y aceites vegetales, que también generó escasez.
La situación empeoró aún más con la invasión rusa a Ucrania, ya que los incrementos de los precios se mostraron de forma más pronunciada en alimentos y fertilizantes, lo que perjudicó a los importadores y provocó que varios países impusieran restricciones temporales a la exportación. Si bien estas medidas buscaron garantizar el suministro interno de alimentos y proteger a los productores nacionales, lo cierto es que también generaron tensiones y afectaron el comercio agrícola internacional.
La situación actual
Según el último Informe mundial sobre las crisis alimentarias elaborado por la Red de Información sobre Seguridad Alimentaria, en 2022 alrededor de 258 millones de personas en 58 países y territorios se encontraban en contextos de crisis con una inseguridad alimentaria aguda o en situaciones peores a causa de las dificultades que sufrió el comercio agrícola mundial. Esta cifra representó un incremento del 38,7% en comparación con lo que se registró en el año anterior.
Aunque los precios de los alimentos han bajado en los últimos meses, la guerra sigue afectando indirectamente a la seguridad alimentaria, sobre todo en los países en vías de desarrollo que dependen de las importaciones de alimentos y cuya frágil resiliencia económica ya se había visto golpeada por otros factores provocados por la pandemia.
Pese a esta situación crítica, la realidad es que el comercio agrícola a nivel mundial incrementó en un 10,7% a lo largo del 2022 en contraposición con el año anterior, alcanzando un aproximado de 1,4 billones de dólares. Si bien estas cifras indican una recuperación del intercambio comercial de este tipo de bienes, lo cierto es que aún no se logran regresar a los niveles prepandémicos.
Además, las perspectivas para 2023 y 2024 tampoco son prometedoras, puesto que, además de los conflictos políticos, existen dos factores que pueden seguir afectando la producción y venta de productos agrícolas: el cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos. Por esta razón, grandes productores y exportadores de alimentos y otros insumos agrícolas afirman que deben adoptarse medidas a medio plazo orientadas a estabilizar los precios de los alimentos y maximizar de manera sostenible la producción agrícola.
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Medidas ante la crisis
El Fondo Monetario Internacional (FMI) en conjunto con otras organizaciones mundiales señalaron que es importante la participación de los gobiernos para evitar una crisis prolongada en el comercio agrícola que continúe afectando a los más vulnerables. Según el sitio web del FMI, es indispensable “mantener el libre comercio, también dentro de las regiones, para permitir que los alimentos circulen desde las zonas con superávit a aquellas que más los necesitan. Las medidas proteccionistas tomadas durante la pandemia por COVID-19 solo sirvieron para empeorar la crisis alimentaria, y son responsables de hasta el 9% del incremento de los precios mundiales del trigo, según el Banco Mundial”.
Además de esto, también se debe aumentar el financiamiento comercial y reforzar las cadenas de suministro con la finalidad de aminorar los altos precios de los productos agrícolas. El Banco Mundial y otros bancos multilaterales de desarrollo son fundamentales para que esta medida pueda llevarse a cabo, ya que son responsables de suministrar este tipo de financiamientos.
Por último, también debe existir un incremento en el apoyo en los ámbitos de logística y modernización de infraestructuras, ya que esto dificulta que los productos agrícolas puedan ser distribuidos de manera correcta a lo largo del mundo y evita el crecimiento de este tipo de comercio.
Hasta el momento, muchos países ya han implementado programas de apoyo y estímulo económico para el sector agrícola, como subsidios, asistencia financiera, medidas de alivio de deudas y promoción de la producción, con el objetivo de mitigar los impactos negativos de los diversos acontecimientos mundiales. Es así que se espera que en los próximos años el comercio agrícola recupere sus niveles prepándemicos y que la crisis alimentaria logre disminuir considerablemente.
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Fuentes: Fondo Monetario Internacional