El 2025 se perfila como un año crítico en términos de crecimiento económico tanto a nivel global como en México. Las expectativas están moldeadas por diversos factores, desde las políticas monetarias cautelosas de los bancos centrales hasta la influencia de tensiones geopolíticas y los efectos del cambio climático. 

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El crecimiento económico global: Tendencias y riesgos

Se espera que el crecimiento económico global mantenga un ritmo moderado en 2025, situándose en torno al 2,6%, según proyecciones recientes del Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta cifra refleja una desaceleración en comparación con el promedio registrado entre 2010 y 2019, que rondaba el 3,1%. Los bancos centrales seguirán aplicando políticas monetarias restrictivas debido a las persistentes presiones inflacionarias, manteniendo tasas de interés elevadas que afectan la inversión y el consumo.

Entre los factores que amenazan estas perspectivas se encuentran las tensiones geopolíticas, el endurecimiento de las condiciones financieras globales y un menor crecimiento en China, que podría impactar la actividad comercial. Además, los desastres naturales asociados al cambio climático continúan siendo un riesgo latente para las economías de mercados emergentes y en desarrollo.

En cuanto a las regiones, se proyectan variaciones significativas:

• Asia Oriental y el Pacífico. El crecimiento económico bajará al 4,2%, influido por una menor demanda en sus principales economías.
• Europa y Asia Central. Tendrá un incremento moderado del 2,9%, reflejando una recuperación frágil.
• América Latina y el Caribe. Se espera un repunte al 2,7%, apoyado por una mejora en el comercio mundial.
• Oriente Medio y Norte de África. El crecimiento podría llegar al 4,2%, impulsado por la recuperación de precios energéticos.
• África Subsahariana. Un aumento del 3,9% se ve limitado por la deuda elevada y los retos estructurales.

Estas cifras revelan un panorama desigual, donde la capacidad de cada región para adaptarse a los retos globales determinará su desempeño.

Proyecciones para México

En el caso específico de México, el crecimiento económico en 2025 estará marcado por un escenario de retos tanto internos como externos. Según el Banco de México, se prevé un crecimiento del 1,2%, cifra que refleja un panorama moderado frente a las estimaciones oficiales del gobierno, que oscilan entre el 2% y el 3%.

Uno de los principales factores que influirán en el desempeño de la economía mexicana es la consolidación fiscal. Esta estrategia busca reducir el déficit y la deuda pública, pero también limita el gasto en proyectos de infraestructura y programas sociales, lo que afectaría el crecimiento a corto plazo. Además, las reformas institucionales planeadas para 2025, como la elección popular de jueces, generan incertidumbre sobre la estabilidad del Estado de derecho y el cumplimiento de contratos.

En el ámbito externo, un crecimiento más débil de lo esperado en Estados Unidos podría afectar significativamente a México, dada la dependencia comercial con su vecino del norte. Asimismo, los riesgos geopolíticos y la aversión global al riesgo podrían limitar la inversión extranjera directa.

Por otro lado, hay oportunidades que México puede aprovechar, como el fenómeno del “nearshoring”, que está impulsando la relocalización de cadenas de suministro hacia países más cercanos a los mercados finales. Este contexto favorece a la nación mexicana por su ubicación geográfica estratégica y su red de tratados comerciales.

La inflación también será un factor determinante. Mientras que el Banco de México estima alcanzar una inflación cercana al 3% en 2025, los riesgos siguen sesgados al alza debido a factores como el tipo de cambio y los costos de energía. Esto obliga a las autoridades monetarias a mantener una postura cautelosa y gradual en sus decisiones de política monetaria.

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Claves para un crecimiento sostenible

Tanto a nivel global como en México, el crecimiento económico sostenible en 2025 dependerá de la implementación de estrategias políticas y económicas eficaces. Algunas recomendaciones incluyen:

• Mejorar la productividad. Los gobiernos deben invertir en educación y capacitación para desarrollar capital humano, cerrar las brechas de género en el mercado laboral y fomentar la innovación tecnológica.
• Optimizar la inversión pública. Es crucial priorizar proyectos que generen un alto impacto económico y social, garantizando transparencia y eficiencia en el uso de recursos.
• Fortalecer la sostenibilidad fiscal. Las economías deben equilibrar las necesidades de inversión con la reducción de la deuda pública, aumentando los ingresos tributarios y eliminando gastos innecesarios.
• Diversificar el comercio. En un contexto de fragmentación del comercio global, la diversificación de mercados y productos será esencial para reducir la dependencia de economías específicas y mitigar riesgos.
• Combatir el cambio climático. Los desastres naturales pueden tener impactos devastadores en la economía. Por esta razón, invertir en infraestructura resiliente y energías renovables es vital para garantizar la sostenibilidad.

Para México en particular, el éxito dependerá de su capacidad para aprovechar el nearshoring, fortalecer su posición en las cadenas de valor globales y garantizar un entorno de negocios predecible y seguro. Además, la implementación de una política fiscal responsable y el manejo adecuado de la inflación serán determinantes para consolidar la estabilidad económica.

En conclusión, el 2025 se presenta como un año de retos significativos para la economía mundial y para México. Aunque las proyecciones apuntan a un crecimiento económico moderado, la aplicación de políticas adecuadas podría mitigar los riesgos y abrir nuevas oportunidades. En el contexto global, el fortalecimiento del comercio y la inversión en capital humano son esenciales para revertir la tendencia de desaceleración.

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Fuente: El Economista